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Mostrando las entradas de enero, 2011

Rizos de cabello

Pienso en las manos dibujantes de Escher, mientras escucho la ofrenda musical de Bach. Hay tanto allí: dos manos, dos lápices, dos puños de camisa: ¿qué más se necesita para entender el mundo? Contemplo ese dibujo y lo hallo semejante a la relación entre los seres humanos y dios, a la relación entre un artista y su obra: se confunden y no se sabe quién crea a quién; quizás ambos se necesitan: es cierto, el ser humano creó a dios para no sentirse solo; es cierto, dios creó al ser humano para no sentirse solo. Es cierto, a veces, contemplo todo desde un rizo de cabello. Felipo Zaná

Virtualidad

Como estar y no estar. Como proyectarse desde otra distancia. Como intentar ser Dios y estar en varias partes. Como las sombras de la caverna de Platón. Desde la antigüedad, desde que el mundo es mundo, desde las pinturas en las cavernas, la virtualidad ha estado presente. La virtualidad no es un concepto nuevo, aunque se ha popularizado mucho en esta época tecnológica. Así por ejemplo, Levy Pierre dice: “Lo virtual tiende a actualizarse, aunque no se concretiza de un modo efectivo o formal. El árbol está virtualmente presente en la semilla. Con todo rigor filosófico, lo virtual no se opone a lo real sino a lo actual: virtualidad y actualidad sólo son dos maneras de ser diferentes.” El mundo avanza, el mundo sigue andando. De la piedra y el palo, al cuchillo y a la lanza, la pólvora. La aparición de una máquina de calcular, las ideas de Charles Babbage sobre la computación, todos son pasos para ampliar el concepto de la virtualidad. Charles Babagge pensó una máquina que hiciera cálculo

Incompletitud

A K.J. El sueño racionalista, el sueño espiritual, el sueño ascético, el sueño bohemio, el sueño; tantos sueños, tantas ganas; pero habrá siempre algo que se escapará, no siempre todo se puede abarcar. Dígame una cosa, señora ecuación diferencial, qué es este sentimiento que hay en la ribera del corazón, ¿es posible contar todas las gotas del río? Hay lugares oscuros de los cuales la luz no sabrá. Sin embargo, todo Godel tiene su Platón. Ahora yo tengo a mi K. Uno se cae, llora; y puede saber quizás a qué se debe: a la gravedad; hay cerraduras de corazones rotos donde nunca se asomarán los peces, porque quizás nunca nadie sabrá de ese cuarto. Aquí, aquí, toca aquí en este corazón revivido, toca aquí en el corazón de los nomeolvides. Curioso un cuarto en el que nunca nadie entrará, sin embargo, existe. Hay una carta que nunca podrá ser escrita. ¿Por qué un corazón palpita? Somos incompletos; por eso las medias naranjas, las verdes, las medias azules, las blancas y las medias negras. Ven