Rizos de cabello
Pienso en las manos dibujantes de Escher, mientras escucho la ofrenda musical de Bach. Hay tanto allí: dos manos, dos lápices, dos puños de camisa: ¿qué más se necesita para entender el mundo? Contemplo ese dibujo y lo hallo semejante a la relación entre los seres humanos y dios, a la relación entre un artista y su obra: se confunden y no se sabe quién crea a quién; quizás ambos se necesitan: es cierto, el ser humano creó a dios para no sentirse solo; es cierto, dios creó al ser humano para no sentirse solo. Es cierto, a veces, contemplo todo desde un rizo de cabello. Felipo Zaná