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Mostrando las entradas de abril, 2011

Piano y pan

Si toda casa es un espacio vacío hasta que llegan sus habitantes. Si los fantasmas son invisibles hasta que una mano saque un pan del horno, hasta que una mano destape un piano y despierte todo lo viejo, todo lo que duerme en una casa. La música tiene la capacidad de despertar el pasado, de llevarnos a lugares que no existen, de despertar seres imaginarios, de darnos las posibilidades de lo sublime. Pero se debe ir más allá, también se necesita un futuro, un fruto, la realidad de una biscuit; un reino de la espiga, como decía García Lorca. Por eso mi casa tendrá dos objetos favoritos, dos objetos necesarios: el piano y el horno. Con el piano, correrá por la casa mi compañera eterna en todas las edades y ternuras. Del horno saldrá el olor de la receta hecha oración que gravitará por la cocina. Kathryn tocará el piano ¿todas las mañana? ¿Todas las tardes? ¿Todas las noches? En todo caso, notas musicales bailarán en el aire, recorrerán las habitaciones, blanquearán las paredes. Y mientras

Dentro

Es una casa tan grande la ausencia Neruda Hace pocos días visité la Universidad de Antioquia. En el pasado, estudié allí alrededor de tres años, y, por razones que no interesan a este escrito, decidí retirarme. La universidad es un lugar que se convierte en la casa de los estudiantes, en la casa de las ideas, en la casa de los sueños. Uno aprende a reconocer cada pasillo, a diferenciar el sabor del café de cada burbuja, a despejar la mente. Uno se siente como en su casa: uno sabe dónde encontrar a los amigos. Fui habitante del Alma Mater por años, pero ay, qué grandes cambios en tan solo unos cuantos días de ausencia. Sólo había transcurrido seis meses desde que no la visitara, y no imaginaba que yo ya no podría entrar. La puerta por la que pasaba día tras día, ya no la podría cruzar. Iba a entrar por Barranquilla, pero me dijeron que los visitantes entraban por el Ferrocarril. En tan solo seis meses mi etiqueta había cambiado: ahora era un visitante. En la entrada designada a los fora

Voces

En el trabajo no me doy cuenta cuando llueve. ¡Tan alejado estoy de la naturaleza! Luego de una extensa jornada laboral, salgo a la calle y encuentro las piedras y las aceras empapadas, árboles en el suelo, casas destruidas, y el río que en su crecida se ha llevado todo. Alguien me ha dicho que afuera en el mundo suceden cosas maravillosas: de noche aparecen estrellas en el cielo, son luminosas y hermosas; de día una esfera gigante llamada sol se posa sobre las cabezas de los hombres y es de color amarillo. Hay lugares inmensos llenos de libros, desde Homero hasta un pan salido del horno. Todas esas cosas no me las cuentan mis compañeros de trabajo (ellos también están dentro); son voces que escucho en mi cabeza, voces que hacen corrillo y hablan de otras posibilidades, otros mundos. Felipo Zaná