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Mostrando las entradas de julio, 2011

¿Será que escribir es una vergüenza?

¿Será que escribir es una vergüenza? Hace poco me formulé esta pregunta al detener mis ojos sobre algunas líneas viejas. Con cada letra que transitaba por mis ojos una holeada de vergüenza me descubría. Finalmente decidí detener la lectura, cerrando los ojos. Y es que da dificultad volver a leer algo que uno escribió mucho tiempo atrás. Desde luego todo cambia, y el lector actual no es el mismo que el escritor que escribió esas líneas. Entonces, por qué continúa la vergüenza, por qué la pena ajena. Desde luego la pena tiene muchos rostros; uno se debe sin duda al pensar en los lugares equívocos de las comas y los puntos, o los nunca aprehensibles puntos y coma y dos puntos. Pero eso es solo el principio de la pena. No es una pena que mata, no es una pena de cadena perpetua. Parece que el grueso de la vergüenza fuera con nuestros homónimos del pasado, acaso es que censuramos su pensar o su sentir; o acaso es que su prosa llega en el tiempo a nosotros y nos descubre lo farsante que somos

Salud, dinero y amor

Hoy estaba hojeando mis libros. Los bajé todos de la biblioteca y los tiré a la cama. Una nube de polvo se levantó y estornudé tres veces. En el primer estornudo, Flaubert con su Primera edudación sentimental me dijo lo siguiente sobre el amor: En el desarrollo comparado de una pasión, de un sentimiento, e incluso en la comprensión de una idea, siempre uno se adelanta al otro, y en el momento en que el segundo llega al punto culminante, el primero ya lo ha sobrepasado o ha vuelto hacia atrás. Las almas jamás avanzan como caballos de carroza, enganchados en el mismo tiro, sino más bien una detrás de otra, entrecruzándose en su camino, atropellándose, alejándose sin cesar, corriendo frenéticas como bolas de billar. Adoramos a una mujer que comienza a amarnos, que nos adorará en el momento en que ya no la amemos, y que estará hastiada para cuando deseemos volver a ella. Es extremadamente difícil establecer una armonía en la vida, y podríamos contar con los dedos de una mano el número de m