Girasoles en el camino
Tras los matorrales de un camino que se bifurca y cerca de una valla publicitaria de un político cuyo nombre he olvidado, decidimos esconder los girasoles. De regreso, esperábamos poder recogerlos intactos.
Para un caminante desapercibido, los girasoles eran invisibles. Pero el problema eran aquellos de ojos despabilados que ven lo que otros no; personas con el don del detalle: sí, esas personas, sin duda alguna, notarían el color amarillo traslapado por el verde. Y era posible entonces que al regreso no encontráramos los girasoles.
Muchas personas van a Santa Elena en busca de hongos, de aventuras, de vuelo, de frío, de un café; pero también hay muchas personas que van a Santa Elena en busca de flores. Pues bien, muchas personas se sentirían bendecidas al descubrir que tres girasoles florecieron entre la mala hierba. Sin duda alguna, no rechazarían un milagro de naturaleza tal.
Los girasoles los trajo Patricia como regalo para Katia. Llegó con ellos y con un vestido blanco. Katia se preguntó qué había hecho para merecer regalo tal.
Luego del medio día y cuando Julián nos guiaba de vuelta, pensábamos en flores. Los girasoles habían estado sin cuidado alrededor de dos a tres horas.
Llevaba en mi mente intacto la bifurcación en la cual estaban los girasoles; es por ello que las otras bifurcaciones del camino se unieron al olvido; entonces hubo que deshacer camino en un par de ocasiones, por tomar el camino, no equivocado, pero sí diferente al primero.
Cuando llegamos a la bifurcación, crucé ligero la calle. Revisé tras los matorrales del camino que se bifurca y cerca de una valla publicitaria de un político cuyo nombre he olvidado: encontré los girasoles en el mismo lugar donde los deposité tiempo atrás.
Para un caminante desapercibido, los girasoles eran invisibles. Pero el problema eran aquellos de ojos despabilados que ven lo que otros no; personas con el don del detalle: sí, esas personas, sin duda alguna, notarían el color amarillo traslapado por el verde. Y era posible entonces que al regreso no encontráramos los girasoles.
Muchas personas van a Santa Elena en busca de hongos, de aventuras, de vuelo, de frío, de un café; pero también hay muchas personas que van a Santa Elena en busca de flores. Pues bien, muchas personas se sentirían bendecidas al descubrir que tres girasoles florecieron entre la mala hierba. Sin duda alguna, no rechazarían un milagro de naturaleza tal.
Los girasoles los trajo Patricia como regalo para Katia. Llegó con ellos y con un vestido blanco. Katia se preguntó qué había hecho para merecer regalo tal.
Luego del medio día y cuando Julián nos guiaba de vuelta, pensábamos en flores. Los girasoles habían estado sin cuidado alrededor de dos a tres horas.
Llevaba en mi mente intacto la bifurcación en la cual estaban los girasoles; es por ello que las otras bifurcaciones del camino se unieron al olvido; entonces hubo que deshacer camino en un par de ocasiones, por tomar el camino, no equivocado, pero sí diferente al primero.
Cuando llegamos a la bifurcación, crucé ligero la calle. Revisé tras los matorrales del camino que se bifurca y cerca de una valla publicitaria de un político cuyo nombre he olvidado: encontré los girasoles en el mismo lugar donde los deposité tiempo atrás.
Felipo Zaná
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