No esperes nada de nadie vs La paciencia lo es todo

Como un amargo tatuaje indeleble, así son a veces las huellas que dejan las personas sobre nosotros. Quizás uno se arrepienta de haber creído en alguien, de haber compartido amistad con quien luego clavó la puñalada en la espalda, quizás las experiencias con el otro sean de una verdad catastrófica, pero por sobre todas las cosas hay que seguir creyendo, hay que tener fe. Como le escuché a una instructora de yoga hace poco: el mundo es maravilloso. Que te echaron del trabajo: el mundo es maravilloso. Que te dejó la novia: el mundo es maravilloso. Que se murió un ser querido: el mundo es maravilloso. Y el mundo es maravilloso, porque es una suma de maravillas, una suma de milagro tras milagro que es la vida. Y el mundo está lleno de vidas.
Hoy mientras viajaba en metro para mi casa, vi que un hombre tenía tatuado en su antebrazo la frase "No esperes nada de nadie". Las letras eran grandes, tanto que sin estar cerca pude leer perfectamente. Sentí una inmediata tristeza y el pecho se me oprimió. Pensé en cuáles serían aquellas profundas y enraizadas decepciones que llevaron a ese ser humano a realizarse semejante tatuaje en su piel. Quizás un amigo lo traicionó, quizás tenía una novia que se la jugó, quizás fue manipulado, quizás creyó en vano muchas mentiras, quizás su madre lo abandonó al nacer, quizás toda persona con que había estado en contacto lo había golpeado por todos los lados de su ser: familiar, espiritual, mental y físico. Pero luego me dije, no, no puede ser solo eso. Detrás de esa frase tienen que haber atrocidades mayores como para perder la esperanza. Pensé que quizás a aquel hombre le hubiera tocado sobrevivir las más grandes crueldades humanas de la historia. Quizás había presenciado ese cielo de fuego candente, luego de la bomba atómica en Hiroshima. Quizás vivió en el archipiélago Gulag, quizás fue víctima de los nazis en un campo de concentración. Pensé en Viktor Frankl y en su El hombre el busca de sentido, en la libertad última del ser humano, en esa libertad inalienable, esa libertad de elección de nuestra actitud frente a un conjunto de circunstancias o estímulos. No podemos cambiar los hechos, pero podemos decidir nuestra reacción ante esos hechos, la forma en que los contemplamos, los asimilamos y los vivimos.
Pensé en qué habría pensado aquel hombre mientras se tatuaba, habría confiado por un segundo en la persona a quien le exponía su piel para que lo rayara, o quizás por desconfianza habría aprendido él mismo a tatuar.
Traté de buscarle otro sentido a su frase. Algo que quizás se me escapara. Recordé la chica que conocí en el Carulla de San Diego, mientras realizaba las pruebas de Stand In, que tenía tatuado el 666, y al yo preguntarle por el hecho, me dio su explicación del tatuaje y su conjunto de creencias. Así que pensé que quizás no esperar, significaba ser un hombre de acción. No esperaba sino que trabajaba y luchaba por lo que quería, él mismo, sin esperar nada de nadie. Pero no me convencí, esa frase estaba invadida de un alto grado de desconfianza en el otro, en lo que es el ser humano. Releía esa frase y ella continuaba apabullándome. No podía haber otra explicación. No esperar nada de nadie significa no esperar nada de nadie.
Luego como un amuleto, pensé en Rilke y en su frase "La paciencia lo es todo". Ser paciente va mucho más allá de la simple espera, significa saber esperar cuando algo se desea mucho, significa trabajar y esperar un resultado. Sin ser amante de los tatuajes, quise haber tenido en esos momentos un tatuaje que dijera "La paciencia lo es todo", quizás solo con esa frase, muchas personas en el metro tendrían algo en qué pensar mientras van a sus trabajos u hogares. Y sabrán que hay que esperar. Hay que ser paciente. Así parezca que no hay una nueva oportunidad, todo llega. Y estamos a la espera, no sabemos realmente de qué, pero esperamos, la vida es una espera.
Al llegar a mi casa, para llenarme de paciencia desempolvé a Rilke. Y es que la paciencia se diluye sobre las cartas de Rainer Maria a ese joven poeta que eres tú y que soy yo.
"Ahí no cabe medir por el tiempo. Un año no tiene valor y diez años nada son. Ser artista es: no calcular, no contar, sino madurar como el árbol que no apremia su savia, mas permanece tranquilo y confiado bajo las tormentas de la primavera, sin temor a que tras ella tal vez nunca pueda llegar otro verano. A pesar de todo, el verano llega. Pero sólo para quienes sepan tener paciencia, y vivir con ánimo tan tranquilo, sereno, anchuroso, como si ante ellos se extendiera la eternidad. Esto lo aprendo yo cada día. Lo aprendo entre sufrimientos, a los que, por ello, quedo agradecido. ¡La paciencia lo es todo!"
"Por ser usted tan joven, estimado señor, y por hallarse tan lejos aún de todo comienzo, yo querría rogarle, como mejor sepa hacerlo, que tenga paciencia frente a todo cuanto en su corazón no esté todavía resuelto. Y procure encariñarse con las preguntas mismas, como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extraño. No busque de momento las respuestas que necesita. No le pueden ser dadas, porque usted no sabría vivirlas aún -y se trata precisamente de vivirlo todo. Viva usted ahora sus preguntas. Tal vez, sin advertirlo siquiera, llegue así a internarse poco a poco en la respuesta anhelada y, en algún día lejano, se encuentre con que ya la está viviendo también. Quizás lleve usted en sí la facultad de crear y de plasmar, que es un modo de vivir privilegiadamente feliz y puro. Edúquese a sí mismo para esto, pero acoja cuanto venga luego, con suma confianza. Y siempre que ello proceda de su propia voluntad o de algún hondo menester, écheselo a cuestas sin renegar de nada."
"Debe tener paciencia como un enfermo y confianza como un convaleciente. Pues quizá sea usted lo uno y lo otro a la vez. Aun más: es usted también el médico que ha de vigilarse a sí mismo. Pero hay en toda enfermedad muchos días en que el médico nada puede hacer sino esperar. Esto, sobre todo, es lo que usted debe hacer ahora, mientras actúe como su propio médico."
La paciencia lo es todo.

Felipo Zaná

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