Ley de la Alquimia sobre equivalencia de intercambio
“El hombre no puede
obtener nada sin antes dar algo a cambio, para crear, algo de igual valor debe
perderse.” Full Metal Alchemist
Hoy fui a la librería por un
regalo para una amiga. Pero es casi norma que cada vez que entro a una librería
no puedo resistirme y termino comprando algún libro, que desde su estante me
hace ojitos para que lo lleve. Esta vez, me dejé seducir por dos libros en
particular. Medellín: Tragedia y resurrección. Mafias, ciudad y Estado.
1975-2013 de Gerard Martin; y Cultura
política y violencia en Colombia de Carlos Mario Perea Restrepo.
Cuando iba a pagar, no sé por qué
pedí rebaja: quizás para ahorrarme unos pesos, quizás por la numerología,
buscando un número con ciertas características. Pedir rebaja es algo que nunca
hago. La dueña de la librería no hizo buena cara, miró en su computador y
finalmente dijo que sí, y la rebaja fue del diez por ciento, alrededor de tres
mil pesos.
Cuando uno está expuesto a ciertos
contextos, a ciertas circunstancias hay dos opciones: o se vuelve uno parte del
contexto, dejándose influenciar por el ambiente; o se desarrolla una especie de resistencia a aquella
circunstancia a la que uno fue por tanto tiempo expuesto, como si el cuerpo
generara ciertos anticuerpos, ciertas defensas. Pasa por ejemplo en los hogares
donde hay alcoholismo. O los hijos se vuelven alcohólicos también, o
definitivamente no pueden probar el alcohol. Conmigo pasó la segunda opción con
el tema de los descuentos y las rebajas. Toda mi vida, andando de aquí para
allá con mi mamá, en el centro, en el barrio, he estado presente en toda clase
de peticiones descuentos. Mi mamá pide descuento por todo y para todo. El
ejemplo más aleccionador sucedió cuando cierta vez en el centro en que pidió
rebaja para comprar una bolsa plástica cargadera. Así que toda mi vida he
estado expuesto a pedir rebajas, y de ahí mi tendencia a realizar lo opuesto.
Sin embargo, en esta ocasión sin
saber a cuento por qué, pedí rebaja. Luego de pagar, salí con los dos libros en
la mano muy contento. Ingresé a un local contiguo a comer algo. Mientras
esperaba la comida, comencé a leer el libro que más me había llamado la
atención, el de Medellín; y cual sería mi sorpresa cuando descubrí que le
faltaba una página. Luego de la página del título de la primera parte, había dos
páginas en blanco. Normalmente es solo una. Pensé que se trataba de un novedoso
diseño, pero al leer la primera página donde comenzaba el texto vi que algo no andaba
bien. Ese no era el inicio. Revisé la tabla de contenido y en efecto, el contenido
real del capítulo 1 comenzaba en la página 31, y el libro comenzaba desde la
página 32.
Enseguida pensé: iré a cambiar el libro por uno bueno y
completo, tan pronto termine de comer. Pero justo en ese momento comprendí
la ley de la Alquimia. Había obtenido lo que había pagado. Ese dinero de más
que me había ahorrado, se tradujo en esa página de menos que faltaba. El poder
de la alquimia y del equilibrio en escena. Esa página valía los tres mil pesos.
Recordé también el magistral cuento
Pata de mono de W.W. Jacobs. El señor
White le pide a la pata de mono, doscientas libras. A la mañana siguiente le
entregan una suma de doscientas libras como compensación por la muerte de su
hijo que falleció en un accidente. Cuando se pide algo, se debe estar dispuesto
a perder algo. Es el equilibrio del mundo. Es la ley de la conservación de la
energía.
En los trabajos también sucede
algo similar. Si un proyecto tarda dos semanas, y lo piden en una; entonces la
calidad se ve resentida.
Finalmente decidí no reclamar
nada, y ser consciente que las páginas que tenía entre mis manos eran las
justas.
Felipo Zaná
Comentarios