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Mostrando las entradas de agosto, 2010

Hay mujeres como libros

No quisiera ver a las mujeres como rosas o lilas, margaritas o amapolas, sino como libros. Tienen hojas y nos cuentan historias. Hay mujeres como “La hojarasca”, que la primera vez que llegamos a ella, la menospreciamos por su sencillez y candidez, sin embargo, una imagen nos queda. En la hojarasca fue esa imagen en donde al doctor le preguntan qué desea de comer, y él responde que hierba. La demás gente no entiende y pide explicaciones, el doctor da más claridad: «Hierba común, señora. De esa que comen los burros». Y esa imagen a través del tiempo va tomando fuerza, se hace más potente, y llega un momento en que la deseamos con tanta intensidad que vamos a una segunda lectura, y ahora esa sencillez y candidez que antes despreciamos es la que nos enamora. Hay mujeres como “El Quijote” que tienen tanta fama de ser obras maestras, y cuando las conocemos, efectivamente son obras maestras. Hay mujeres como “La divina comedia” que tienen también fama de ser obras maestras, pero cuando las c

Ojitos chiquiticos

Ojitos chiquititos color verde selva Tiene lo de ella pues huele a azucena Don Omar Préstame tus ojos, y te daré mi cuerpo. Con tus ojos podré mirarme en la misma forma en que tú lo haces. Yo miro mis manos, yo miro mis uñas, miro mis dientes, miro mis piernas, miro más allá, me adentro por cada uno de mis poros, y trato de ver mi alma. No me gusta lo que veo. Veo mis defectos, veo mis problemas, veo mi vida, veo mi nada, con mis ojos. Tú eres el otro. Ves mis manos, mis uñas, mis dientes, mis piernas, no sé si puedas ver a través de mis poros, no sé si verás mi alma, con tus ojos. Me ves como un dechado de virtudes. Somos el otro, y vemos en el otro, vemos un buen camino. Creemos que la vida del otro está arreglada, que ni un poderoso huracán la podría perturbar, que su segundo nombre es seguridad, que su nombre de pila es sé para dónde voy . Lo vemos atravesar un camino de pétalos si somos románticos, o nadar en su torre de monedas, si somos capitalistas. Y luego nos preguntamos, ¿pe

De la adolescencia y el deseo

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. Rubén Darío Y volvió la eterna adolescencia, que nunca se había ido. Espíritu fresco y sublime del alma, en las siete de la mañana. Esencia de flores que nunca se marchitan. Flor azul de Novalis: símbolo de la eterna poesía. Niñez estancada al frente de mi casa. Época de la revolución. León que ruge, desde la cueva de la intuición. Deseo de una y mil cosas. Pero qué sentido tiene desear? Qué le espera al revolucionario que vence? Una revolución más, la contrarrevolución, el orden, el caos? Vivo en Bello, allí me emborracho cada día. Brindo por Marco Fidel Suarez, tomando las clases desde la ventana. Bebo para creerme grande, porque sé que nunca llegaré allí. Me emborracho por convicción. No fumo, porque creo que es para ancianos, que tosen toda la noche, y acrecientan lo negro que llevan dentro; asesinos del prójimo y la niñez. Por qué la adolescencia es época de deseos? Ha

De la noche, la luz y las tinieblas

Estoy enamorado de la mujer que guarda las llaves de la noche Fayad Jamís La noche y la luz podrían entrar en todo tipo de discusión. Se podría preguntar, por ejemplo, ¿te gusta hacer el amor con la luz prendida o apagada?, ¿tu tumba debe ser cavada bajo el sol o bajo las estrellas? ¿Hiciste trasnochar a tu madre el trivial día en que naciste? ¿Por qué al gato le gusta tanto la noche? ¿Por qué no tenemos sus ojos? ¿Le temes a la oscuridad? ¿Cuántos soles te gustaría contemplar antes de morir? Por ser éste un blog con tinte literario voy a hablar sobre si escribir en la noche o en el día, además de algunos significados de la noche que me gustan. Sé que la literatura lo abarca todo: todas las preguntas, todos los fuegos, todas las contradicciones, pero yo apenas soy una pequeña letra en la Biblioteca de Babel de Borges. Como siempre, la metodología es escribir de todo aquello que va llegando a mi cabeza a medida que estoy sentado, irrespetando siempre las características del discurso, es