La historia de Genji

Esta semana comencé a trabajar. Como mi trabajo queda relativamente cerca a la universidad, decidí ir al restaurante de las negras. Ese restaurante es el mejor que he conocido, junto con aquel que quedaba en la misma cuadra, ya desaparecido. La comida es riquísima y el precio es muy económico.

Luego de almorzar, todavía me quedaba una hora antes de volver al trabajo, así que entré un rato a la Universidad Nacional. Sin lugar a dudas, a la universidad que más cariño le tengo es a la nacho, hablo de la sede del Volador. Me encontré con Jorge Iván, un viejo amigo de Minas que hacía días no veía.

Ya en la Nacional fui a la biblioteca para recorrer los estantes de literatura. Me sorprendió mucho esa colección, porque vi muchos libros que nunca había visto en la Piloto.

Consulté varios estantes, pero me detuve especialmente en el de literatura japonesa, ya que la pienso leer dentro de poco. Había principalmente libros de Kawabata y de Mishima, también estaba el libro “Tokio Blues” de Murakami, que estuve buscando por tanto tiempo con ganas de leerlo y no lo había encontrado hasta el momento. Pero el libro que más me llamó la atención fue “La historia de Genji”. Lo primero que vi fue su tamaño, el cual es grandísimo. Luego lo cogí y en la parte de atrás leí grandes elogios a esa novela, por parte de algunos de los mejores escritores de los últimos tres siglos.

Confieso que tengo cierta debilidad por los libros de gran volumen, tipo “Guerra y paz”, “El Quijote”, “En busca del tiempo perdido”. Pues bien “La historia de Genji” es tanto o más voluminosa que esos libros.

Mi sueño es llegar a escribir un libro de ese tamaño, alguna vez; sin embargo lo veo muy lejano, siempre soy muy breve, y casi nunca logro extenderme así lo desee.

Leerme “La historia de Genji” será pues mi propósito de año nuevo.

Felipo Zaná

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