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Mostrando las entradas de 2010

Crecimiento

Tengo muy presente una clase de Matemáticas Especiales, donde Pedro Isaza decía que aprender era simplemente hacer que lo difícil se volviera fácil. Se trataba de una ecuación que ocupaba todo el tablero a lo largo y ancho; contenía sumatorias, integrales, derivadas, límites y demás cosas complejas. Señalando el tablero mencionaba que ahora que estábamos en el cuarto o quinto semestre era el momento para mirar atrás y ver todo lo que habíamos aprendido; si nos hubieran mostrado al principio de nuestras carreras una ecuación como esa, seguramente nos hubiera ahuyentado y no habríamos querido saber más nada de matemáticas en nuestras vidas; por el contrario, ahora la contemplábamos y nada nos asustaba, casa término de la ecuación era tan claro, tan transparente. Eso decía aquel hombre que odiaba la música de Julio Iglesias: “aprender es hacer que lo difícil se vuelva fácil”. Pienso que pasa lo mismo con el crecimiento, es hacer que las cosas que antes parecían tan altas, ahora se encuent

Funeral

“I don’t know what you mean by ‘glory,’ ” Alice said. Humpty Dumpty smiled contemptuously. “Of course you don’t—till I tell you. I meant ‘there’s a nice knock-down argument for you!’ ” “But ‘glory’ doesn’t mean ‘a nice knock-down argument’,” Alice objected. “When I use a word,” Humpty Dumpty said, in a rather a scornful tone, “it means just what I choose it to mean—neither more nor less.” “The question is,” said Alice, “whether you can make words mean so many different things.” “The question is,” said Humpty Dumpty, “which is to be master that’s all.” Alice was too much puzzled to say anything, so after a minute Humpty Dumpty began again. “They’ve a temper, some of them—particularly verbs, they’re the proudest—adjectives you can do anything with, but not verbs—however, I can manage the whole lot! Impenetrability! That’s what I say!” Sí, la recuerdo, a esa palabra yo le di vida; nació mientras contemplaba gaviotas bajo el sol; aquella otra, salió de mi costilla mi

Traducción

¿Qué hago ahora? Traduzco las líneas del corazón a las líneas de la mano y viceversa. Felipo Zaná

Heráclito

Preguntáis por qué visto siempre de la misma manera: el mismo pantalón negro, una camiseta, una camisa a cuadros sin abotonar, unos tenis Croydon; el pelo siempre cascudo o mechudo. Me dices que eso siempre ha sido así, a pesar de que me has visto en varias épocas de mi vida. Me dices además que el cambio es tan importante, que un día una camisa roja y al otro día una verde te renueva y te da otro aire; que el cambio es la clave de la vida; que cortándose el pelo se van tantas cosas y el alma se renueva. Yo me callo, no te hablo de que el color del pantalón cambia todos los días, porque cada día ya no es tan negro; no te hablo del color de la camiseta que cada día se va volviendo más pálido; no te hablo de los botones que va perdiendo la camisa; no te hablo de los Croydon, que cada vez son diferentes, que cada vez tengo que evitar los charcos con mayor cuidado; que mi pelo crece a cada segundo, que cada día un piojo procrea, que hay tantos cambios en mi apariencia. Sí quiero hablar, po

El efecto Kafka

Pensar en Kafka es pensar en lo absurdo, es por eso que su obra tiene tanta aplicabilidad en la vida “real”, pues qué más absurdo que la vida misma. Esta semana una tía llegó de visita a mi casa, y me preguntó qué estaba leyendo. Le dije que estaba dedicado a Kafka. Ella hizo un gesto horrible, y me dijo: “Ah, ese es el de la Metamorfosis, ah, qué horrible”. Mi tía me contó que no concebía cómo en el colegio le habían puesto a leer ese libro tan macabro. Consideraba que era una novela muy avanzada para la tierna edad del colegio. También me ilustró sobre el trauma de por vida que había dejado Kafka en ella. Mi tía es incapaz de matar una cucaracha; o siempre que mata alguna, queda con un gran sentimiento de culpa, pues imagina que esa cucaracha puede ser un ser humano que una mañana, tras un sueño intranquilo, despertó convertido en un monstruoso insecto. Yo por mi parte siempre pienso en Kafka toda vez que pasó por la portería del edificio de mi trabajo. Por lo general lo hago cuatro

La historia de Genji

Esta semana comencé a trabajar. Como mi trabajo queda relativamente cerca a la universidad, decidí ir al restaurante de las negras. Ese restaurante es el mejor que he conocido, junto con aquel que quedaba en la misma cuadra, ya desaparecido. La comida es riquísima y el precio es muy económico. Luego de almorzar, todavía me quedaba una hora antes de volver al trabajo, así que entré un rato a la Universidad Nacional. Sin lugar a dudas, a la universidad que más cariño le tengo es a la nacho, hablo de la sede del Volador. Me encontré con Jorge Iván, un viejo amigo de Minas que hacía días no veía. Ya en la Nacional fui a la biblioteca para recorrer los estantes de literatura. Me sorprendió mucho esa colección, porque vi muchos libros que nunca había visto en la Piloto. Consulté varios estantes, pero me detuve especialmente en el de literatura japonesa, ya que la pienso leer dentro de poco. Había principalmente libros de Kawabata y de Mishima, también estaba el libro “Tokio Blues” de Murakam

Sobre cartas y carteros

Hoy realicé el trabajo de cartero, y me gustó. Tenía que entregar en total nueve cartas, todas a la misma destinataria. El remitente me las había confiado desde hacía ocho días. Cuidadosamente guardé las cartas durante todo ese tiempo, en espera de un encuentro con la destinataria. Me esmeré por que no se fueran a ensuciar, ni a doblar, ya que es siempre muy molesto cuando le entregan a uno algo con manchas de vino o sucio con frijoles. Tomé mi papel de heraldo muy en serio, pensé mucho en lo que significa ser cartero. Recordé un fragmento de la novela Yo estoy en este cuadro cuando el cartero se le presenta al protagonista: “Soy cartero. Viajo de aquí para allá, con muchas historias a cuestas. Me gusta mi oficio. Cada carta es un pedazo de vida que se desprende de una persona para formar parte de otra. Es un pequeño regalo de biografía, tanto por el tiempo que se gasta escribiéndola como por el contenido que se plasma”. Y ahora por fin pude llegar a entender esas palabras. Claramente

Cadáver exquisito

Fui invitado por mi lápiz y mi lapicero a una fiesta. Se trataba de algo muy sencillo, sin mucho glamur. En total solo éramos seis: mi lápiz, mi lapicero de tinta verde, la novia de mi lapicero, la amiga de la novia de mi lapicero y, por último, un portaminas viejo, que no tenía dueño. La fiesta comenzó a las ocho de la noche, sin embargo, a las diez había llegado a ese punto muerto en que suelen caer las reuniones sociales: mi lapicero verde y su novia tempranamente se habían enfrascado en una conversación íntima que excluía a todos los demás. Mi lápiz quedó prendado de la amiga de la novia de mi lapicero, y trataba por todos los medios de ser locuaz, pero su melancolía de blanco y negro no le favorecía mucho. Así que mi único interlocutor era el portaminas viejo. Enseguida me contó de lo feliz que se sentía por no tener dueño, nunca vacilaba en nada; me habló un poco de Zaratustra, era algo como si Dios hubiera muerto, se consideraba pues un superportaminas. Me hablaba de la sincerid

¿Qué será…?

―¿De qué clases de cosas de cosas se acuerda usted mejor? ―se atrevió a preguntarle Alicia. ―¡Oh! De las cosas que sucedieron dentro de dos semanas ―replicó la reina con la mayor naturalidad. ¿Qué será del primer payaso montado en zancos que vi en mi vida, allá en Bajirá? ¿Qué será de la chica que cantó Melodías para dios en un acto cultural en cuarto de primaria? ¿Qué será de la viejita que me cuidaba cuando yo tenía cuatro y cinco años, y que me limpiaba la boca por mis manchas de chocolate? ¿Qué será de la primera serpiente que vi en mi vida, aquella que tenía un sapo entre su boca y decidió no atacarme? ¿Qué será de la loca que bailaba en el parque de la Floresta? ¿Qué será de mi primer amigo en la escuela? ¿Qué será de mi primera maestra, y la segunda y la tercera (bueno la tercera no tanto, era muy regañona)? ¿Qué será de la primera chica a quien me le declaré y me dijo no? ¿Qué será de aquella señora que vendía pasteles de pollo en la esquina de la carnicería? ¿Qué será de la pa

En Tierradentro

Hoy fui a Tierradentro a casa de mi amigo Alex Girasol. Cuando llegué, no había nadie; tampoco había señal de sus dos perros: Silvestre y Barcino. Decidí bajar a la quebrada, lugar que siempre sirve de encuentro entre nosotros y la palabra. Descubrí lo que Alex Girasol me había anunciado días antes por teléfono, que había habido una avalancha, y el lugar en el que siempre nos reuníamos, al lado de la quebrada, ya no existía. Era un lugar bastante agradable en el que nos convocaba la chicha, el vino, la poesía y el baile al ritmo de las llamas de la hoguera. Ahora el lugar se ha ido. La quebrada se lo llevó. El agua tiene más espacio. Esos son los estragos que ha causado la época de invierno en todo el país. Aquello sucedió durante uno de los últimos aguaceros, que ha sido el más fuerte en los últimos 30 años. Sin embargo, el lugar no ha perdido su magia. El ancho de la quebrada se ve muy bien, tanta piedra y tanto tronco desperdigado por la corriente encuentran su coherencia en la imag

Los hilos invisibles

“Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando continuamente formas que no servirán de nada” Julio Cortázar El músico no sólo toca la guitarra, toca nuestras fibras, las hace conmover. El pintor no sólo pinta en un lienzo, lo hace en nuestras carnes. El escritor no sólo escribe en el papel, lo hace en nuestros cuerpos. El campesino cultiva, y la papa y la yuca florecen en los estómagos. Hilos invisibles comunicantes vinculan todo contra todo. Por eso hay tantas muertes en nosotros cada día, por eso un sueño nos persigue al despertarnos, por eso el efecto mariposa, por eso lloramos por una guitarra, un amor fingido, una sierra castellana, un amor pleno, o por el rojo de una rosa. Fibras delgadas y sutiles forman la maraña del mundo. Cada ser humano es como una pequeña araña, cargada con hilo suficiente para descubrir un mundo. Pero hay unos canallas, hay unos infames, con tijeras en sus espaldas, envidiosos de lo q

Sobre los blogs

Querido blog, he estado pensando cuán parecido eres a un diario. Hoy quiero escribir un poco sobre ti, y lo que significas para mi vida. Lo importante que es el arte, lo importante que es expresar. Cuenta Estanislao Zuleta en su libro “Arte y filosofía” que el arte ha estado presente en todas las culturas, debido a lo esencial que es para el ser humano. Hay algo que dice que me gusta y es lo siguiente: “Es bellísimo ese arte popular, eso no se hace hoy: por mucho bachillerato y carrera que haga el hombre resulta incapaz de contar hasta un paseo y termina diciendo que fue chévere”. He encontrado en los blogs una buena herramienta para contar, lo veo como un diario que no se guarda con candado en un baúl igualmente con candado, sino que se comparte con todo aquel que tenga acceso a la red. Cada día aumenta más el número de usuarios a nivel mundial de internet; sin embargo, eso no basta, necesitamos más educación, necesitamos que todos sepan de esa magia de leer y escribir, necesitamos qu

El bibliotecólogo, el más loco del paseo

La biblioteca se defiende sola, insondable como la verdad que en ella habita, engañosa como la mentira que custodia. «El nombre de la rosa» Umberto Eco La biblioteca es la casa de la locura. Allí están encerrados locos geniales y locos agresivos, locos de atar y locos moderados. El bibliotecólogo es el encargado de velar por ese manicomio. Cada loco tiene su celda; es tarea entonces del él revisar que todos estén en sus lugares respectivos. Esto lo hace en el día, porque por la noche deja el manicomio, le echa llave, y sale a un lugar más amplio, no tan loco, pero sí más hostil. Los locos del manicomio conocen tan bien el lugar y las celdas, que por la noche salen y hacen fiesta. A veces, en la mañana, antes de que el bibliotecólogo llegue, regresan a las celdas; otras veces, son sorprendidos en una orgía perpetua. El bibliotecólogo se pone furioso, pero son locos al fin y al cabo, qué le va a hacer. El bibliotecólogo cree que él está cuerdo, pero en realidad es el más loco del paseo.

Farewell y los sollozos (De la educación)

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste. Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy. Pablo Neruda A veces me canso de la educación formal, y de la forma en que se imparte en la mayoría de lugares. A veces me pregunto si de verdad vale la pena, si realmente aporta. En general, no estoy de acuerdo con el devenir de las horas en el salón de clases. ¿Qué tanto se aprende allí, qué tanto se aprende en la cafetería, qué tanto se aprende encerrado en una habitación? Tal vez, ha llegado el tiempo de que me aleje, y sea más consecuente con mi pensamiento. Se sabe tan poco de la vida, hay tantas preguntas por aquí y por allá. Pero es raro, uno no se conforma con observarlas y ya. ¿Qué lo moverá a uno a querer responder esos interrogantes que se pasean por el mundo? ¿Qué lo llevará a uno a encerrarse en un uno mismo por un tiempo, y tratar de forjar la palabra para escudriñar con ella como en una mina oscura? ¿Por qué uno se sentará horas y horas a preguntarse cosas, a preguntarse p

Elogio a la mandarina

Perdido en un edén de frutas, la mandarina brilla más que ninguna. Si la manzana era la fruta de la ciencia del bien y del mal, entonces qué papel le correspondería a la mandarina. Ella es como ninguna. Es un ideal. Representa la fragmentación del ser. Las partes y el todo, la teoría de los sistemas. Por su color naranja y su forma se parece mucho a la naranja. Aunque tienen diferencias insalvables. La naranja secretamente quiere ser mandarina, muere de envidia: es una verdad tan simple. Cuando era niño, y me daban una fruta de color naranja, inmediatamente me alegraba pensando en una mandarina. Cuando la cogía, y trataba de destaparla, encontraba dificultades; entonces imaginaba que la había agarrado al revés, así que la giraba e intentaba otra vez. Cuando daba una vuelta completa, viéndola desde todos los ángulos y no la había logrado abrir; con profunda tristeza comprendía que era una naranja. Cuando me dan una mandarina, una sonrisa ilumina mi rostro. Cuando es una naranja, me emba

Woman, why are you weeping?

Llorarlo todo, pero llorarlo bien Oliveiro Girondo Hace poco leí en un blog una referencia a aquella pregunta que le dirige Jesús a María Magdalena, luego de la resurrección, cuando ella encuentra su tumba vacía: “Mujer, ¿por qué lloras?" El pasaje ya lo conocía, pero justo en ese momento lo vi de una manera clara, fue una revelación. Sucede con frecuencia, nos acostumbramos tanto a nuestras cotidianidades que ya no necesitamos de instrucciones para subir una escalera, ya no tenemos que pensar para tomar el camino que nos llevará a Mandala (bar); andamos como autómatas en la calle. Sin embargo, llega el día en que nos tropezamos subiendo una escalera; llega el día en que habiendo salido para el bar, llegamos a un parque y nos preguntamos para dónde es que iba yo . Llega el día en que nos levantamos con una pasión muerta, o deseando que por fin los sapos bailen flamenco. Pasa. Pasa tantas veces. Un día alguien se despierta despreciando a Gabo, y a la noche llora conmovida por el fu

Confesiones de un novel escritor luego de terminar su primera novela

Esta semana finalmente acabé mi primera novela. Han pasado cinco años, desde que naciera la idea, una mañana lejana en la biblioteca que solía frecuentar. Ese día escribí como un autómata diez páginas de cuaderno. A la mañana siguiente me senté a continuar y no fui capaz de escribir una sola línea más. Tres años en la luna y muchas lecturas pasaron, tres años con lapiceros en la mano y en la mente. Luego vendrían veinticuatro meses de panadería y carpintería, es decir, de escritura. Y ahora el pan está caliente, servido sobre la silla. Fueron tres versiones en total. Tal parece que soy un poco numerólogo, porque desde un principio sabía que ese iba a ser el número. Quizás también tengan algo que ver mis estudios de Ingeniería: la metodología de desarrollo en espiral y la programación extrema (XP). En la primera versión la puerilidad brotaba por las hojas, aún no era el momento de dar el escrito por terminado. Pero sí para pasarla a unos cuantos amigos para que comentaran sobre la infa

Hay mujeres como libros

No quisiera ver a las mujeres como rosas o lilas, margaritas o amapolas, sino como libros. Tienen hojas y nos cuentan historias. Hay mujeres como “La hojarasca”, que la primera vez que llegamos a ella, la menospreciamos por su sencillez y candidez, sin embargo, una imagen nos queda. En la hojarasca fue esa imagen en donde al doctor le preguntan qué desea de comer, y él responde que hierba. La demás gente no entiende y pide explicaciones, el doctor da más claridad: «Hierba común, señora. De esa que comen los burros». Y esa imagen a través del tiempo va tomando fuerza, se hace más potente, y llega un momento en que la deseamos con tanta intensidad que vamos a una segunda lectura, y ahora esa sencillez y candidez que antes despreciamos es la que nos enamora. Hay mujeres como “El Quijote” que tienen tanta fama de ser obras maestras, y cuando las conocemos, efectivamente son obras maestras. Hay mujeres como “La divina comedia” que tienen también fama de ser obras maestras, pero cuando las c

Ojitos chiquiticos

Ojitos chiquititos color verde selva Tiene lo de ella pues huele a azucena Don Omar Préstame tus ojos, y te daré mi cuerpo. Con tus ojos podré mirarme en la misma forma en que tú lo haces. Yo miro mis manos, yo miro mis uñas, miro mis dientes, miro mis piernas, miro más allá, me adentro por cada uno de mis poros, y trato de ver mi alma. No me gusta lo que veo. Veo mis defectos, veo mis problemas, veo mi vida, veo mi nada, con mis ojos. Tú eres el otro. Ves mis manos, mis uñas, mis dientes, mis piernas, no sé si puedas ver a través de mis poros, no sé si verás mi alma, con tus ojos. Me ves como un dechado de virtudes. Somos el otro, y vemos en el otro, vemos un buen camino. Creemos que la vida del otro está arreglada, que ni un poderoso huracán la podría perturbar, que su segundo nombre es seguridad, que su nombre de pila es sé para dónde voy . Lo vemos atravesar un camino de pétalos si somos románticos, o nadar en su torre de monedas, si somos capitalistas. Y luego nos preguntamos, ¿pe

De la adolescencia y el deseo

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. Rubén Darío Y volvió la eterna adolescencia, que nunca se había ido. Espíritu fresco y sublime del alma, en las siete de la mañana. Esencia de flores que nunca se marchitan. Flor azul de Novalis: símbolo de la eterna poesía. Niñez estancada al frente de mi casa. Época de la revolución. León que ruge, desde la cueva de la intuición. Deseo de una y mil cosas. Pero qué sentido tiene desear? Qué le espera al revolucionario que vence? Una revolución más, la contrarrevolución, el orden, el caos? Vivo en Bello, allí me emborracho cada día. Brindo por Marco Fidel Suarez, tomando las clases desde la ventana. Bebo para creerme grande, porque sé que nunca llegaré allí. Me emborracho por convicción. No fumo, porque creo que es para ancianos, que tosen toda la noche, y acrecientan lo negro que llevan dentro; asesinos del prójimo y la niñez. Por qué la adolescencia es época de deseos? Ha

De la noche, la luz y las tinieblas

Estoy enamorado de la mujer que guarda las llaves de la noche Fayad Jamís La noche y la luz podrían entrar en todo tipo de discusión. Se podría preguntar, por ejemplo, ¿te gusta hacer el amor con la luz prendida o apagada?, ¿tu tumba debe ser cavada bajo el sol o bajo las estrellas? ¿Hiciste trasnochar a tu madre el trivial día en que naciste? ¿Por qué al gato le gusta tanto la noche? ¿Por qué no tenemos sus ojos? ¿Le temes a la oscuridad? ¿Cuántos soles te gustaría contemplar antes de morir? Por ser éste un blog con tinte literario voy a hablar sobre si escribir en la noche o en el día, además de algunos significados de la noche que me gustan. Sé que la literatura lo abarca todo: todas las preguntas, todos los fuegos, todas las contradicciones, pero yo apenas soy una pequeña letra en la Biblioteca de Babel de Borges. Como siempre, la metodología es escribir de todo aquello que va llegando a mi cabeza a medida que estoy sentado, irrespetando siempre las características del discurso, es

Infancia

Amable lector, si supieras que desde hace tiempo yo soy yo, y tú eres tú. Y no es una entrañable decisión lo que se esconde detrás de esa afirmación, mucho menos una negación al río de Heráclito. ¿Cómo decirlo, lector? ¿Me esperarías cinco minutos mientras busco las palabras adecuadas? Sin embargo, cinco minutos de tu espera. Es tan solo un parpadeo tuyo. O un simple salto de línea para el computador. Cuando escuché por primera vez decir a mi madre que la cabeza de los niños crecía hasta los tres años, fue una revelación sorprendente. Inmediatamente miré a mi padre. Y fueron solo segundos para que pintara el retrato de la cabeza de mi padre en un cuerpo de niño de tres años. Me pareció que aquello entraba en contravía con las proporciones del cuerpo, descritas por Leonardo, aunque en ese tiempo no supiera quien era el pintor florentino (creo que es de allá, tengo pereza de corroborarlo, si me equivoco como los chiches del vallenato en su canción cuando dicen: “quiero ser un Miguel Ánge